lunes, 2 de julio de 2018

El jilguero común o europeo (Segunda parte)


Amigos de este blog, continuo yo, como cada martes, haciendo una singladura para hablarles a ustedes de nuestro simpático pajarillo, -de todos conocidos-, el vistoso colorín. Y recordarán que les decía yo que su llamativo plumaje y su agradable canto eran la causa de su desgracia, la causa de que sea el ave más acosada, más perseguida, la más trampeada, la más codiciada. 


Un número indeterminado, en cualquier caso elevadísimo, de estas granívoras terminan en las redes y en las ligas de los furtivos,-otros individuos mueren directamente- con el único fin de enjaular al vistoso y alegre jilguero. Ésta es la triste historia del jilguero. La práctica que consiste en capturar determinados pájaros de campo para criarlos en cautividad y adiestrarlos en el canto, se llama silvestrismo.


Quizás usted, curioso lector, se pregunte el por qué del canto de los pájaros. Trataremos de explicarlos.

Los pájaros cantores: Canarios, jilgueros, verderones, ruiseñores o pardillos entre otros, tiene un órgano especializado, llamado siringe, que le permite emitir sonidos, más o menos armoniosos, que llamamos "canto". Este "canto" tiene tonos diferentes según las distintas especies de pájaros cantores, así un canario no canta igual que un jilguero, ni éste canta igual que un ruiseñor...




Pues bien, en la naturaleza, todo lo que sucede, tiene una motivación, cumple una función. Estas aves, que son de pequeño tamaño, viven entre la espesa maleza, en los cerrados pastizales, en los extensos cultivos cerealistas o las amplias dehesas... Por tanto, los individuos de cada especie necesitan un modo eficaz de comunicarse con los individuos de su misma especie.


Asombrosamente, el mismo trino se interpreta de distinto modo según su oyente sea macho o hembra. Así, un jilguero macho que "canta", puede atraer a las hembras que estén próximas, pero también, el mismo "canto", otro jilguero macho lo interpretará como un; "éste territorio es mio".  Asimismo el canto ofrece información valiosísima a otros individuos de su misma especie, que pueden saber por el canto el estado de salud del pájaro, su edad, su vigor...



Termino la monografía dedicada al jilguero común o colorín, recordando cierto día, ya lejano, en mi infancia en un pueblo pacense. Una infancia propia de los niños de pueblo, una infancia agreste, tan diferente a la infancia de los niños de las grandes ciudades. Un día, digo, un amigo mio, (que si está leyendo este blog lo recordará perfectamente) me dijo; <<Sergio, mi padre tiene un colorín que es un gran cantor, podemos servirnos de él para capturar más colorines>>.



Yo, ufano con la idea, accedí. Inmediatamente, nos pertrechamos de los adminículos necesarios para la feliz jornada de caza; ligas, (que es un engrudo, un pegamento que sirve para atrapar los pájaros), y la jaula donde el padre de mi amigo tenía tan magnifico ave cantor.   

Sin perder tiempo, limpiamos de maleza un pequeño cerro, donde pusimos, en el centro, la jaula del magnífico cantor. Clavamos varias varillas, untadas de liga, alrededor de la misma jaula con el objeto de que cuando nuestro prodigioso ave cantara y atrajese a otros colorines, éstos se posen en las varillas untadas, quedándose irremisiblemente pegados y, así, poder capturarlos.



Hechos estos trabajo, nos fuimos del lugar a fin de no asustar a los posibles pájaros que viniesen atraídos por los cantos de sirena del gran cantor.  Pasaron una hora, dos, tres, hasta que nos pareció oportuno volver al lugar señalado. Llegamos, y cuál sería nuestra sorpresa, que en las varillas untadas de liga no se veía ningún jilguero pegado, ninguna pluma siquiera. Nos acercamos, pasmados, a la jaula, tampoco se veía al gran cantor del padre de mi amigo. Nos acercamos más. Allí, en el suelo de la jaula, yacía, muerto, el magnífico pájaro. Nosotros nos quedamos sin nuestra feliz jornada de caza y el padre de mi amigo sin su preciado ave.



El gran cantor había sido devorado. El cuerpo de pajarillo presentaba un agujero, en el vientre, por el que habían sacado las entrañas del ave. Qué animal podría haber hecho semejante acción, quien era el culpable. Sospechamos de un gato, pero la jaula estaba intacta, Quizás alguna culebra, pero el pájaro presentaba una tremenda herida, incompatible con el modo de cazar de ningún oficio.

El culpable, luego supinos, era otro ave; el alcaudón real, del que ya les hablé en otra ocasión.




Basta, por ahora, con decir que dejen los pájaros cantores donde deben estar: en su hábitat


Todas las fotografías son del autor del blog quedando prohibida su reproducción sin su expreso consentimiento.


No hay comentarios:

Publicar un comentario