martes, 21 de marzo de 2017

La tenebrosa silueta del buitre leonado (Segunda parte).






He querido comenzar esta segunda parte de la monografía dedicada al buitre leonado (Gyps fulvus) con una imagen funesta: una corona de buitres leonados recortándose en el cielo. Decía yo, al hablar del ave necrofaga, que era un pájaro de mal agüero, una criatura anunciadora de la muerte. No se equivoquen, tendríamos que decir un ave de vida.

                                          Fotografía 1. Buitre leonado en Puerto Peña.

Nota de campo: Para explicaros ésto, debemos situarnos en este mismo lugar, a orillas de un río limpio que durante milenios, con infinita paciencia, ha erosionado las capas blandas del suelo, (arcillas, pizarras...) dejando al descubierto en algunas zonas las duras cuarcitas, formando un cortados en forma de "V" de unos 300 metros de altitud. Estamos a orillas del río Guadiana. Debemos situarnos en el glorioso Paleolítico Superior, hace unos 30.000 años, cuando el hombre moraba en cuevas como ésta, no muy lejos del cortado (Fotografía 2).


    Fotografía 2. Entrada Cueva de la Mora.

Pero cómo era la vida de los hombres en esta gloriosa época. La tecnología lítica del Paleolítico Superior, la talla de piedra, se hace muy especializada en relación al Paleolítico Medio e Inferior (reducción del tamaño de los útiles, diversificación de formas y funciones, aparición de la técnica laminar), asimismo encontramos útiles hechos de otros materiales: asta y hueso.

                                          Fotografía 3. Pintura rupestre.

El testimonio mas importante de nuestros antepasados del Paleolítico Superior en Extremadura, lo encontramos en la Cueva de Maltravieso (Cáceres). Las excepcionales pinturas rupestre de la Cueva de Maltravieso, descubiertas en 1956 por d. Carlos Callejo (Conservador del Museo de Cáceres) fueron, en aquel momento, una rareza fuera del complejo cantábrico. 

                                          Fotografía 4. Buitre leonado prospectando material para construir el nido.

                                          Fotografía 5. Buitre leonado.

Sabemos cómo era la vida en ésta época por los restos encontramos en otras cuevas extremeñas, como la de Santa Ana, restos óseos de una fauna propiamente pleistocenica. Los hombres habitaban junto a gamos, osos, caballos, uros, linces, lobos, águilas,cerdos, hienas e incluso rinocerontes). En la Cueva de la Mina (Castañar de Ibor) existe un conjunto de figuras grabadas entre las que se reconocen caballos, ciervos y dos osos, en el abrigo de Minerva (Garlitos) se aprecia un caballo, un bóvido y, al menos, un cáprido.





Secuencia de un Buitre leonado aprovisionando material para construir el nido.

El clima que soportaban nuestros antepasados del Paleolítico Superior también era más duro, nos encontramos al final de un periodo glaciar, el clima de Extremadura, en esa época, sería como el de las islas británicas actualmente.

Si hoy somos como somos, no cabe duda de que fue por el esfuerzo de aquellos hombres, que mirarían las negras corona de buitres leonados recortándose en el cielo no como pájaros de mal agüero, como criaturas anunciadora de la muerte, sino como auténticas señales aladas que anuncian una fácil fuente de proteínas cercana, el cadáver de un animal. Los buitres anuncian los restos del banquete del oso, o de los lobos, restos que permitieron a aquellos hombres un complemento cárnico en su dieta, sin el gasto de energía que supone la caza. Los buitres son, en justicia, un ave de vida.

Vídeos:




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martes, 14 de marzo de 2017

La tenebrosa silueta del buitre leonado (Primera parte).



Orden Accipitriformes, familia accipitridae.

Ciertamente, la silueta oscura del buitre leonado (Gyps fulvus) resulta siniestra, amenazadora. A nuestros ojos se nos presenta como una criatura de aspecto grotesco, un ave que se alimenta de carroñas, de cadáveres, un ave que vuela formando negras coronas en los cielos. En definitiva, se nos presenta como una criatura anunciadora de muerte, un verdadero "pájaro de mal agüero". Por todo ello, puede resultar justificado el título de hoy; la tenebrosa silueta del buitre leonado.

Sin embargo, es mi intención mostrar al lector una criatura asombrosa, tremendamente especializada  y que realiza una importante labor sanitaria en el ecosistema mediterráneo. 

Morfología: A los ojos de quien contempla al carroñero, le llamará profundamente la atención el gran tamaño del ave, con longitudes que frisan los 100 centímetros y una envergadura alar de 280 cm., el impresionante ave llegará a pesar de 6 a 9 kilos. Algo inferior al del buitre negro (Aegypius monachus).



                                Fotografía 1. Silueta buitre leonado volando.


                                Fotografía 2. Silueta buitre negro volando.


La cabeza, grande y alargada, no está emplumada, previniendo los posibles restos de carroñas que pudieran contribuir al desarrollo de infecciones. El pico, de color hueso es relativamente alargado, curvado en el extremo para permitir el descarnamiento de los cadáveres como el más eficaz instrumento quirúrgico. El plumaje comienza en una collera, una gola, en la base del cuello. La librea, como su nombre indica, es leonada, cuerpo, dorso y alas marrón. Plumas de vuelo y cola más oscuras. Patas y pies grises blanquecinos, sus garras, al igual que las del buitre negro, no están adaptadas para desgarrar sino para pisar y sujetar el cadáver del que se está alimentando. Las uñas son romas, la cola amplia. Las alas son enormes, anchas, permiten al animal deslizarse por las corrientes térmicas para descubrir el cadáver de un animal. Esta forma de volar minimiza el gasto de energía y le permiten cubrir grandes distancias

El buitre leonado como todas las aves, tiene un cerebro óptico, (la visión es su sentido más desarrollado) y necesita para localizar la carroña una increíble agudeza visual. Esta forma de buscar el alimento dota al buitre de una vista penetrante.


                              
   Fotografía 3. Buitrera de la Portilla del Tietar.

No existe dimorfismo sexual apreciable. Las crías tienen un dorso marrón más oscuro, la gola es también marrón.

Hábitat:  A diferencia del buitre negro que habita en el bosque mediterráneo, el buitre leonado es una especie de gustos mas rupícolas (Fotografía 3). Encuentran sus posaderos en los cortados, generalmente protegidos de desprendimientos y de las inclemencias del tiempo, desde estas atalayas de rocas les resulta fácil remontar el vuelo, se dejan caer y aprovechando las corrientes térmicas se elevan rápidamente.  

Son aves gregarias, coloniales, que nidifican en las llamadas "buitreras". Los he observado, maravillado, en tres edénicos y fascinantes parajes extremeños; la Peña Falcón, la Portilla del Tietar y Puerto Peña. 

                                         Peña Falcón. Salto del Gitano.

                                         La portilla del Tietar.
                                         Puerto Peña.

Estos son los hermosos dominio del buitre.

Distribución: El buitre leonado o común  (Gyps fulvus) se extiende desde Turquía y la fachada sur del Mediterráneo hasta Asía central, la Península Ibérica, Cerdeña, y la Península Balcánica, así como norte de África. La población europea se estima en unas 21.000 parejas, constituyendo las poblaciones españolas el 80%. En Extremadura, las poblaciones de buitres tanto leonados como negros, han experimentado una significativa mejoría.


Biología: En las postrimería del invierno, puede verse el majestuoso vuelo de cortejo de las parejas de buitres. Vuelan macho y hembra a poca distancia, casi rozándose en los cielos (fotografía 7), tras lo cual bajan a los roquedos donde tiene lugar la cópula. Ave rupícola, se instalan las parejas sedentarias en enormes plataformas, -el nido-, que está compuesto de palos entrelazados, generalmente de retamas, que transportan en sus picos en los meses de febrero. Los cortados donde anidan las colonias de buitres leonados son reutilizados durante años, dependiendo de la abundancia de la carroña. Ponen un solo huevo, banco, que incuban indistintamente macho y hembra durante 48 a 54 días. El polluelo es cebado regularmente a medida que va creciendo durante los siguientes 6 meses que permanecerá en el nido. 

                               fotografía 7. Buitres leonados en vuelo de cortejo.

Los polluelos se desarrollan lentamente, está documentado que se embarcan en su primer vuelo a las 20 semanas. 

    Fotografía 8. grupo de leonados en la Peña Falcón.

Una vez  que el polluelo alcanza una medida considerable no tendrá mas enemigos naturales que el hombre. 

Alimentación: los buitres leonados se elevan, en negras coronas, utilizando las corrientes ascendentes de aire, llamadas térmicas, en su incansable búsqueda de carroñas. Estas corrientes les permiten planear con muy poco esfuerzo y permanecer en el aire durante largos periodos utilizando se agudo sentido de la visión para detectar la carroña. 
                                   Fotografía 8. Grupo de buitres elevándose en las térmicas.

                                 Fotografía 9. Grupo de buitres elevándose en las térmicas.

Los buitres comunes o leonados son los necrófagos más conocidos, pero, además de los buitres hay otros carroñeros, desde córvidos como los cuervos y urracas.

                                          Fotografía 10. Grupo de leonados después de alimentarse. 

                                         Fotografía 11. Grupo de leonados después de alimentarse. 


Los buitres son grandes ayunadores, pueden comer una o dos veces por semana, toda vez que como he señalado en líneas superiores, el gasto de energía de su característica forma de vuelo es mínimo. 

                                     
Amenazas: Junto a problemas puntuales de venenos, choque con tendidos eléctricos o irrupción de personas en las cercanías de las áreas de cría, la principal amenaza de estas grandes aves es, en mi opinión, el cambio en el uso tradicional de la ganadería doméstica. Las grandes crisis sanitarias (la enfermedad de las "vacas locas", la gripe aviar, etc etc) han producido, como no podía ser de otra manera, un cambio en el tratamiento de los cadáveres de la ganadería doméstica que afectan a la disminución de los muladares y, por consiguiente, al descubrimiento y eliminación de estos restos por las aves carroñeras.

     Fotografía 12.

Protección en Extremadura: En Extremadura, se cataloga el buitre leonado (Gyps fulvus) como especie de interés especial, dentro del "Catálogo regional de aves amenazadas de Extremadura". 


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martes, 7 de marzo de 2017

La nutria de río (Segunda parte).


La nutria de río (Lutra lutra), con cuya imagen encabezo la entrada de este martes, me ha permitido sentir la mayor emoción que he vivido en mis observaciones de campo. En éstas breves líneas, en las que pretendo mostrar las actividades biológicas de nuestro protagonista de hoy, -la nutria común-, resumo, lo que fueron largas jornadas de búsqueda del mustélido. Condenso en escasos párrafos muchas madrugadas, moviéndome a lo largo y ancho de varios ríos y arroyos, tiritando aún bajo el invierno. Horas de infructuosa espera, días sin resultado alguno. Comprenderán ustedes entonces mi emoción al contemplar, al estar cerca de una nutria de río.



Notas de campo: Estoy en lo alto de una terrera que me permite ver un amplio recodo del río. El viento y una lluvia fina, pulverizada, empapa el objetivo de la cámara (Fotografía 1). Hace frío esa mañana de enero pero decido ir al territorio de un grupo de nutrias para poder filmarlas. El vaho que sale del agua da al río un aspecto primigenio, entre la bruma distingo la estilizada silueta de una Garza real (Ardea cinerea), un poco mas allá, un galápago leproso (Mauremys leprosa) nada con parsimonia, ajeno a la insistente lluvia. (Fotografías 2 y 3).

                                          Fotografía 1.

                                Fotografía 2.


                                           Fotografía 3.

Es una larga espera en silencio. En el río, la nutria es la pieza reina del cazador fotográfico. Pensaba yo esa mañana en las nutrias, que suelen recorrer su territorio, - de unos 15 km. de río-, junto con sus crías, como si pudieran decir; mira bien este tramo de río, porque éste es el tuyo. Tu serás la reina de este mundo acuático, conocerás al tranquilo galápago y al hermoso martín pescador, verás a la altiva garza y a los ánades viajeros que vienen del norte. Este es tu río.



Pensaba en estas cosas cuando, de pronto, puedo distinguir una ondas en el agua, unas burbujas que rompen la superficie de río y que delatan la presencia del mustélido (Fotografía 4). La emoción se dispara. Me quedo inmóvil, con la mirada fija en las esperanzadoras burbujas, soportando las inclemencias del tiempo. De repente, una fugaz presencia, mi nutria nadando despreocupadamente cerca de las aneas, a pocos metros de mi. ¿Cómo describir al lector esta sensación?.


                                          Fotografía 4.      




La nutria parecía ajena a mi presencia, este era su río, era su mundo. Yo estaba inmóvil en la terrera del río, como si una invisible fuerza me impidiera mover los músculos de mi cuerpo, me dispuse a observar a la criatura semiacuática. Parecía disfrutar de la pulverizada lluvia, se sumergía en las turbias aguas para volver a emerger, segundos más tarde, en cualquier parte de su mundo.




¿Hasta cuándo la nutria estaría nadando cerca de donde yo estaba? cada vez que se sumergía la misma sensación de intranquilidad, un escalofrío recorría mi espalda, volvería a emerger cerca o desaparecería en las turbias aguas tan de repente como vino. La ansiedad, la alegría y la sorpresa escapa a toda descripción.



Me he levantado al alba, he recorrido el río, no me arredro ante los fríos del invierno y he soportado la inclemente lluvia por solo ver a la reina del río nadando libre. Entonces pienso; al cuerno con el frío y la lluvia, mi corazón está con la nutria.

                               Fotografía 5.

Vídeos:






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