martes, 17 de julio de 2018

La familia de los córvidos: La grajilla occidental (II).





Notas de campo: Amanece en el pueblo y las grajillas, con ensordecedora algarabía, abandonan el nido. El bando vive en los agujeros y en las grietas de la iglesia, se acomodan allí donde les dejan los cernícalos. Una comunidad se refugia en las oquedades del templo: los estorninos y los gorriones ocupan los lugares más bajos, los cernícalos y las grajillas se acomodan en las oquedades mas altas. Las abundantes palomas perchan en cualquier lugar. En lo más alto de la torre, las inhiestas cigüeñas.




El ruidoso bando de grajillas constituye la banda sonora del pueblo. Sus bullas a primera hora de la mañana son un alegre concierto, reconocibles por cualquier aldeano, como lo es el sonido de las campanas o el canto del gallo. Con las primeras luces, el bando se despereza y vuela, en desordenadas oleadas, por encima de los tejados bajos de las casas del pueblo.


Vuelan sobre algunos huertos, pobres de olivos, donde el hortelano ha puesto un hombrecillo relleno de pajas, vestido con ropas viejas y sombrero. Las grajillas no hacen caso al hombrecillo, no se mueve, y como en este tiempo los árboles no dan sápidos frutos, sobrevuelan el huerto con indiferencia.




No muy lejos del pueblo, el bando de grajillas se posa en un sembrado. Buscan desayunar algún grano de cebada o algún descuidado insecto. Las grajillas comen de todo, incluso piedrecitas, que engullen para poder moler el alimento en sus mollejas. Dado al cuerpo su necesario sustento, el ave emprende el vuelo de vuelta hacia la torre de la iglesia.



Algunas grajillas vuelven al nido con algún insecto en las pinzas del pico, que ofrecen amorosamente a la prole. Otras se posan en las cornisas del templo y cuidadosamente se despiojan o limpian su negro plumaje con la cera que segrega su glándula uropigial.


El metabolismo de las aves es mayor que el de los mamíferos, lo que obliga al bando de grajillas a salir a buscar su nutrimento. Sobrevuelan otra vez los tejados y los huertos pobres de olivos, en busca de cualquier cosa que llevarse a la boca.


Cerca, una figura se recorta en el cielo. Las alas redondeadas y la cola horquillada de un milano negro que vuela en amplios círculos sobre el bando de grajillas. Está cazando. He observado asombrado como el bando de grajillas hostiga al milano, se lanzan una y otra vez sobre la rapaz, molestándolo, ahuyentándolo. El milano, aborrecido, abandona su caza, ante el numero bando de las pequeñas grajillas. Otro día habrá más suerte.




Hoy, una grajilla buscaba insectos entre las tejas de una casa del pueblo. La grajilla, que era buscona, debía de estar muy atenta a algún saltamontes, porque no vio acercarse un gato. Por lo visto, el gato tuvo más suerte que el milano y de un rápido zarpazo mató a la distraída grajilla mientras sus compañeras siguen con su bullicio, ajenas al compañero caído.







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