Orden Falconiformes, familia falconidae.
Como cada año, acude puntualmente desde su cuartel africano un pequeño y hermoso cazador, el Cernícalo Primilla (Falco naumanni). Extremadura, sus pueblos y ciudades, se ha convertido en uno de los principales refugios de este pequeño halcón en Europa, con una población que ronda el 18 % de la población de los primillas.
Una de las características fundamentales del vuelo de este pequeño predador es su capacidad para cernirse (del verbo cernir proviene el nombre del ave: cernícalo), su capacidad, digo, de sustentarse en el aire, fijando su objetivo antes de lanzarse, como un resorte, sobre la presa; algún desafortunado ortóptero (grillos, saltamontes...) o algún paleóptero (libélulas...).
Inmediatamente capturada la presa, la transporta en la pinza de su pico al nido, sirviendo cualquier oquedad, bajo las tejas o en grietas de los edificios para la puesta y crianza de la prole.
El moderno birdwatching, (o como mejor podríamos decir en viejo castellano; el observador de aves), armado de sus prismáticos, su cámara fotográfica, su telescopio terrestre y sobre todo su paciencia, podrá mirar y admirar junto a los cernícalos primillas, otras aves urbanas. Así, podrá sorprenderse gratamente de observar una bandada de Grajillas occidentales (Corvus monedula). Córvidos inteligentísimos, de ojos glaucos, de los que prometo contarles su vida y costumbres en otro momento.
Volviendo sobre nuestro protagonista, se recorta en la bóveda celeste su afilada figura, su amplia cola compuesta de 12 plumas timoneras, adornadas de una amplia banda negra, su cabeza azulada en los machos, llenando el aire con su estilizada silueta de depredador.
Como cada año, acude puntualmente desde su cuartel africano un pequeño y hermoso cazador, el Cernícalo Primilla (Falco naumanni), y como cada año, uno los recibe como se reciben a los amigos. Pequeños amigos que han cruzado el Sahara, amigos que crían su prole en los huecos y grietas de nuestros pueblos y ciudades, amigos que ayudan al agricultor controlando las poblaciones de insectos. Amigos que un buen día, cuando sienten que el frío empieza a apretar, cruzan el estrecho y se van. ¡Hasta la siguiente primavera!.
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