El clima y la meteorología de Monfragüe: El clima de Monfragüe es de tipo mediterráneo occidental con influencia atlántica. La cantidad de lluvia se sitúa entre los 630 y 640 mm de media anual, valores comunes a buena parte de Europa en esas latitudes medias y altitudes bajas. Sin embargo, la precipitación interanual es irregular con años y ciclos de sequía y otros muy lluviosos.
Las precipitaciones se extienden de otoño a primavera, con su máximo en los meses de octubre a diciembre. Las primeras lluvias después del estío dan lugar al celo de los ciervos, la Berrea, siendo uno de los mejores momentos para visitar el Parque Nacional.
Julio y Agosto registran las máximas térmicas anuales (24º-25º de media), con algunos días excediendo los 40º. Los valores máximos alcanzan unos afixiantes 44º, los 45º o 46º pocas veces en el siglo. Las mínimas se dan en diciembre/enero (9º de media), con días de niebla y helada.
La peculiaridad que le confieren la orientación de las sierras y los ríos marcan la climatología del gran parque. Las sierras atrapan la humedad proveniente del atlántico, generando en una parte de la misma un mircroclima húmedo y en la otra seco.
Al hablar de valores medios en la temperatura se simplifica la variedad de ambientes que se dan entre el día y la noche, con cambios que pueden alcanzar 15º. Una gran abanico de temperaturas, de luz, de humedad, que contribuyen sobremanera a la gran diversidad de especies y comunidades que encuentran un refugio en las tierras de Monfragüe.
Historia ecológica de Monfragüe. El territorio que hoy conocemos como Monfragüe se ha explotado desde hace miles de años, así lo atestiguan las numerosas pinturas rupestres que albergan las sierras, destacando la Cueva del Castillo, en la Sierra de las Corvachuelas, abarcando las edades del Cobre, Bronce y Hierro.
Existen yacimientos prerromanos en la zona, siendo este territorio del pueblo Vetón. Así aparecen restos de un castro vetón, la Estela de un Guerrero en lo que hoy es Torrejón el Rubio y el llamado Tesoro de Serradilla.
Ya en época romana, este territorio entra en la historia más fiable. Los romanos llamaron "Monsfragorum" (monte fragoso/denso) por su carácter accidentado y vegetación densa. Hay que tener en cuenta la cercanía de la "Vía de la Plata" como ruta de comunicación.
La ubicación estratégica permite controlar un amplio territorio. Los musulmanes llamaron "Al-Monfrag" al Monsfragorum romano. Surgen entonces un sitio ampliamente reconocido, el Castillo roquero de Monfragüe. De época o estilo Bajomedieval, siglos XII-XV. En origen, el Castillo de Al-Monfrag tenía cinco torres y dos murallas defensivas. La posición defensivamente ventajosa, hacen que durante siglos, las tropas islámicas y las castellana ocupasen el mismo, lo que conllevó sucesivas reformas y reconstrucciones, superponiendo materiales y procedimientos constructivos.
Ya en el s. XV., para facilitar las comunicaciones entre las ciudades de Trujillo y Plasencia se construyó el "Puente del Cardenal", por orden de Juan de Carvajal, en 1450. Este puente, que era prácticamente el único paso que cruzaba el Tajo a su paso por Extremadura, junto con la geografía accidentada y vegetación densa e impenetrable, hacen que sea un lugar propicio para el bandolerismo y el pillaje. Tal fue el grado de bandolerismo de la zona, que para remediar esta situacion Carlos III ordenó crear una villa, Villarreal de San Carlos.
Ya en el s. XX., Monfragüe, que había sufrido la presión de los romanos, la reconquista, el bandolerismo o la guerra de la independencia, sufre un nuevo ataque. La creación de las presas de Alcántara y Torrejón, a finales de los años 60 de s. XX. Este nuevo ataque modifica irreversiblemente el paisaje, quedando sumergidas las zonas de ribera, junto con la riqueza ecológica y etnológica que allí se concentraba.
Todas las fotografías son del autor del blog, quedando prohibida su reproducción sin su expreso consentimiento.
Historia ecológica de Monfragüe. El territorio que hoy conocemos como Monfragüe se ha explotado desde hace miles de años, así lo atestiguan las numerosas pinturas rupestres que albergan las sierras, destacando la Cueva del Castillo, en la Sierra de las Corvachuelas, abarcando las edades del Cobre, Bronce y Hierro.
Existen yacimientos prerromanos en la zona, siendo este territorio del pueblo Vetón. Así aparecen restos de un castro vetón, la Estela de un Guerrero en lo que hoy es Torrejón el Rubio y el llamado Tesoro de Serradilla.
Ya en época romana, este territorio entra en la historia más fiable. Los romanos llamaron "Monsfragorum" (monte fragoso/denso) por su carácter accidentado y vegetación densa. Hay que tener en cuenta la cercanía de la "Vía de la Plata" como ruta de comunicación.
La ubicación estratégica permite controlar un amplio territorio. Los musulmanes llamaron "Al-Monfrag" al Monsfragorum romano. Surgen entonces un sitio ampliamente reconocido, el Castillo roquero de Monfragüe. De época o estilo Bajomedieval, siglos XII-XV. En origen, el Castillo de Al-Monfrag tenía cinco torres y dos murallas defensivas. La posición defensivamente ventajosa, hacen que durante siglos, las tropas islámicas y las castellana ocupasen el mismo, lo que conllevó sucesivas reformas y reconstrucciones, superponiendo materiales y procedimientos constructivos.
Ya en el s. XV., para facilitar las comunicaciones entre las ciudades de Trujillo y Plasencia se construyó el "Puente del Cardenal", por orden de Juan de Carvajal, en 1450. Este puente, que era prácticamente el único paso que cruzaba el Tajo a su paso por Extremadura, junto con la geografía accidentada y vegetación densa e impenetrable, hacen que sea un lugar propicio para el bandolerismo y el pillaje. Tal fue el grado de bandolerismo de la zona, que para remediar esta situacion Carlos III ordenó crear una villa, Villarreal de San Carlos.
Ya en el s. XX., Monfragüe, que había sufrido la presión de los romanos, la reconquista, el bandolerismo o la guerra de la independencia, sufre un nuevo ataque. La creación de las presas de Alcántara y Torrejón, a finales de los años 60 de s. XX. Este nuevo ataque modifica irreversiblemente el paisaje, quedando sumergidas las zonas de ribera, junto con la riqueza ecológica y etnológica que allí se concentraba.
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